Historia de la destrucción de Troya, siglo XIV
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Folio | 124r |
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Formato | 279 x 215 mm |
DESCRIPCIÓN
En la parte izquierda de la imagen se observa el colosal caballo de bronce en el que se ocultaron mil soldados griegos: dos de ellos salen ya del corcel metálico para atacar a los plácidamente dormidos troyanos, mientras en el lomo del inmenso animal Sinón hace señas con fuego para indicar a los griegos acampados fuera de la ciudad el momento de asaltarla.
La incongruencia de la imagen deriva de que, ambos sucesos, la salida de los guerreros ocultos en el caballo y las señales de fuego de Sinón, se produjeron dentro de la ciudad, después de que durante el día el caballo fuera introducido en ella, conducido en solemne procesión ritual. Sin embargo, tan evidente incongruencia es del todo explicable: plasmar al mítico caballo con sus soldados saliendo de su cuerpo fuera de la ciudad- y no dentro de ella como lo exige el relato_ es la única manera de visibilizar ese importante suceso.
En el conjunto de la derecha de esta miniatura se distinguen dos grupos: en el del centro se aprecia a los griegos de fuera de la ciudad entrando en ella por la puerta y las murallas derruidas, a las señales de fuera transmitidas por Sinón; en el grupo de guerreros subidos a las almenas o trepando por escalas de madera se reconocen a ambos contingentes griegos- los que salieron del caballo gigante y los que entraron a pie en la ciudad por la puerta derruida-, en el acto de destruir casas, templos y palacios de Troya, de robar sus tesoros y riquezas, y de producir espantosa masacre entre los dormidos troyanos, uno de cuyos centinelas cae de cabeza, herido de un lanzazo.
Una nueva incoherencia en este sector de la imagen deriva de la inútil inclusión de las escalas de madera, pues, según el relato, los griegos entrarona pie en la ciudad por la puerta y las murallas previamente destruidas para permitir pasar al inmenso caballo de bronce, sin necesidad de esforzarse en trepar por peligrosas escalas de madera, en ningún caso mencionadas en el texto. El miniaturista hace aquí una concesión (una licencia poética) a las clásicas imágenes medievales sobre el asedio y conquista de fortalezas o ciudades amuralladas, que por lo general eran expugnadas mediante escalas, andamios, catapultas, arietes, torres con puente o artilugios bélicos de similar índole.